El material diseñado para el clima mediterráneo, tiene ventajas medioambientales, térmicas y ornamentales. Este nuevo hormigón biológico se fabrica a partir de dos materiales a base de cemento. En primer lugar, un hormigón convencional carbonatado (cemento Portland), con el que se obtiene un material con un pH entorno a 8. En segundo lugar, otro material a base de cemento de fosfato de magnesio, un conglomerante hidráulico que no necesita tratamiento alguno para reducir su pH. Este último, utilizado por su gran capacidad de fraguado, también ha sido empleado en el campo de la medicina y odontología.
El resultado es un innovador material que funciona como soporte biológico natural para el crecimiento y desarrollo de organismos biológicos. No se puede cultivar cualquier planta, pero sí algunas microalgas, hongos, líquenes y musgos.
El material ya patentado, sigue siendo estudiado para conseguir favorecer el crecimiento acelerado de los organismos que vivan en el hormigón. El objetivo es conseguir un aspecto atractivo en menos de un año. Además, también se busca que las fachadas vayan cambiando temporalmente mediante cambios de coloración en función de la época del año, así como de las familias de organismos predominantes. Es importante que al usar este cemento se evite la aparición de otro tipo de vegetación, ya que sus raíces pueden deteriorar el material.
Además del pH, se han modificado otros parámetros como pueden ser la porosidad y la rugosidad superficial. El resultado obtenido es un elemento multicapa:
- Capa estructural
- Capa de impermeabilización: protección ante el paso del agua hacia la capa estructural para evitar que pueda deteriorarse.
- Capa biológica: permite la colonización y acumulación de agua a su interior. Actúa como microestructura interna, favorece la retención y dirige la expulsión de la humedad lo que facilita el desarrollo de los organismos biológicos.
- Capa de revestimiento: es discontinua y hará la función de impermeabilización inversa. Permitirá la entrada del agua de la lluvia y evitará su pérdida; de este modo, se redirigirá la salida del agua allá donde interesa obtener crecimiento biológico.
Desde el punto de vista medioambiental, permite absorber y, por lo tanto, reducir el CO2 de la atmósfera, gracias al recubrimiento biológico. Además, tiene capacidad para captar la radiación solar, lo cual permite regular la conductividad térmica en el interior de los edificios en función de la temperatura lograda. También, aporta carácter ornamental, sirviendo para decorar la fachada de edificios o la superficie de construcciones con diferentes acabados y tonalidades cromáticas a modo de recubrimiento dinámico.
El material aporta un nuevo concepto de jardín vertical para cualquier edificio, diferenciándose respecto al sistema tradicional de fachadas vegetal, ya que este nuevo material genera un crecimiento biológico sobre sí mismo. En las fachadas verdes convencionales se utiliza un sustrato vegetal contenido en algún tipo de recipiente, o bien mediante cultivos totalmente independientes de sustrato, requiriendo complejos sistemas auxiliares al propio elemento constructivo e incluso estructuras adyacentes de tipo metálico o plástico que comportan complicaciones asociadas a cargas adicionales, así como reducción de luminosidad y reducción del espacio circundante del edificio.
La investigación sobre este ingenioso hormigón se está llevando a cabo Universidad Politécnica de Cataluña y la Universidad de Gent (Bélgica).
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