A diferencia de las células solares de película delgada, éstas no requieren ningún tipo de fabricación directamente sobre el sustrato portador final, de esta forma se amplía el campo de aplicación.
Este nuevo proceso consiste en un sándwich de silicio, dióxido de silicio y metal: en primer lugar, una película de 300 nanómetros de níquel se deposita en una oblea de dióxido de silicio, añadiendo las delgadas láminas de celdas solares a la capa de níquel, y recubriendo después con un polímero protector. Una cinta de liberación térmica se une entonces a la parte superior de las células solares para aumentar su transferencia. Esta célula recién creada se puede retirar sumergiendo la oblea en agua (a temperatura ambiente) al tiempo que se despega la hoja térmica, entonces el agua entra en contacto con el níquel y el dióxido de silicio, provocando que la célula quede libre de su sustrato nativo rígido, pero manteniéndose pegada a la hoja. Calentando la pegatina a 90ºC durante unos segundos, se puede adherir la celda a cualquier superficie, retirando finalmente la cinta de liberación térmica.
La pruebas han demostrado la gran eficacia de este modelo, siendo por tanto viable su comercialización.
Fuente: engineering.stanford.edu